“Con
el diario del lunes, el prode lo ganamos todos”. Y sí, oportunamente nos
calzamos el traje de visionarios y estamos todos de acuerdo que la derrota
estaba el caer. El verdugo fue Estudiantes, equipo que presentó una dura
batalla en la Sudamericana y que se dio el gusto de cortarle una racha de 31
partidos a quien sigue siendo el puntero del campeonato, beneficiado por la
derrota de su inmediato perseguidor, Lanús.
En el
postergado de la fecha 14, la noche se presentó complicada desde un principio:
a tan solo 6 minutos del saque inicial, Diego Vera aprovechó el error de
Barovero y puso arriba en el marcador al conjunto platense. Dato a tener en
cuenta: el delantero le convirtió tres goles en tres semanas a la Banda. ¿Algo
más de Estudiantes? Además de una destacable labor de su defensa –la cual,
prácticamente, anuló toda tentativa ofensiva de la Banda-, y una efectiva
presión alta llevada a cabo por sus delanteros que complicó la salida del fondo
de River, los dirigidos por Pellegrino no tomaron riesgos, se refugiaron atrás,
y defendieron con nueve hombres dejando a Carillo o, en su defecto, a Vera,
para la contra. Eso sí, a seguir bien de cerca en el próximo mercado de pases
al promisorio juvenil Correa…
A
diferencia de lo sucedido en todo el torneo, el conjunto local nunca se
encontró con su juego, a tal punto que –aunque suene rarísimo decirlo- no
generó tan solo una clara situación de riesgo en el arco rival. La auspiciosa
propuesta de Gallardo no se vio en ningún momento: las líneas no se acoplaron y
las bandas –más allá de una laboriosa tarea de Vangioni- sufrieron la ausencia
de su mejor exponente, Sánchez, y la solvencia que Mercado suele aportar a la
hora de pisar el campo rival. A su vez, faltó mayor dinamismo, no hubo quien
cambie el ritmo ni impusiera una velocidad de circulación mayor para
desacomodar a la defensa. A Mora se lo vio activo, sobre todo en la presión que
tanto le insiste el entrenador, pero falto de conectores; Piscullichi se
enchufó de a ratos, con destellos de jerarquía esporádicos, pero sin hacerse de
los hilos del equipo, tarea que tampoco pudo asimilar el joven Tomás Martínez,
quien ingresó en el segundo tramo.
¿Algo
para resaltar en esta triste jornada de fin de invicto? Sí, la actitud. Ante la
falta de ideas y la sensación generalizada de “hoy no sale una”, no hubo ningún
jugador que se borró cuando la parada se vio difícil, yendo para delante con
poco fútbol pero con mucho amor propio. El “poné a los pibes” del Muñeco no
alteró el resultado esta vez aunque sí confirmó el ansia de lucirse y colaborar
que tienen, mientras que se topaban una y otra vez frente a una férrea pared
platense.
Para
cerrar con un aire un poco más esperanzador, apelando a la mística futbolera
más pura, quién dice que haberse sacado de encima la carga de la primera
derrota antes de la semifinal con Boca no nos puede llegar a jugar a favor…
Por Ignacio Alejandre @nachoalejandre.
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