El nene nació y le estamparon la banda en el pecho. No tiene idea del
cuándo, pero desde el primer momento en que tuvo uso de razón ya era de River.
Fuese por el padre, por un tío, por un amigo. Nunca nadie lo vio con otra
camiseta. El nene creció al ritmo de los títulos locales. Tuvo como ídolo a
Saviola, Aimar, Ortega, Ángel, el Muñeco. Se acuerda del zapatazo de Zapata en
Olimpo y del día que Cavenaghi, Domínguez, Demichellis y compañía gritaron
campeón en el Monumental con los pelos de todos los colores. 29, 30, 31…ya ni
los contaba. Pero algo le faltaba… el nene veía como la Argentina era suya, pero
como su primo malvado ganaba en Colombia, Brasil, Méjico. Veía como un tal
Bianchi de pelo blanco se sacaba fotos con copas; como Riquelme paseaba a Makelele
en Japón; como un Palermo, a quien nunca lo considero bueno, hacía goles de
cualquier forma. Se entera que Bianchi, cuando era nene, era de River. Repudio.
Llega a semifinales de su tan ansiada Copa, era su chance, fue a la cancha. Vio
como volaban patadas de todos los colores y cuando se abrochaba el cinturón
para irse a Colombia, un Tévez le hizo la gallinita. Se esperanzó con Nasuti;
lo erró Maxi. Esa espina le quedó clavada. Nunca se la pudo sacar. Leía
estadísticas: nunca había podido eliminar a ese equipo en llaves directas de
copas internacionales. Siguió creciendo, terminaba el secundario: malas
dirigencias, se afanaron hasta el agua del florero, Belgrano. Belgrano. De
vuelta al embrión, a renacer, a hacerse de las cenizas. ¡Pelado…Pelado! Y a
Primera. River vuelve a ser River. Algo empieza a
cambiar. Un poco de orden. Salta la ficha. Vuelve Ramón. Que se vive del
pasado, que se vive del presente, que volvemos a dar vueltas: campeón. Ahora sí
lo festeja. Ahora sí valora tal y como se merece ser el mejor de los 20 mejores
equipos de uno de los países más futboleros del mundo. Lo grita. Lo siente… se
va el hijo pródigo. Se va Ramón. ¿Gallardo? ¿Sólo Nacional dirigió este? ¿Está
listo? Glamour, fútbol champagne. Semifinales. Sudamericana. Boca… Bajón.
Lesiones. Cero goles de visitante. Se lo ve venir. 15 segundos. Penal. Otra vez
sopa. Esta película ya la vio. El nene abraza sus rodillas, agacha la cabeza,
mira su ombligo. La espina duele. Nunca sanó. Está latente. Se larga a la una,
a las dos…¡Trapito..Trapito! Perdió 15 años de vida en 15 segundos de partido.
Vangioni, Piscullichi. Afónico. El nene siente lo mismo que antes. El nene está
ahí, adentro, con esa puta espina que no sale. El nene ve 5 minutos de
descuento. ¡Ya lo vi esto! ¡Está comprado! Teo. Roja. ¡Terminalo por favor!
El nene, ya no es un nene. Dio el salto. Pegó el estirón.
Por Ignacio Alejandre @nachoalejandre.
1 Comentarios:
Me pusiste la piel de gallina huevito, un fenomeno!
Lucho Pons
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