Boca y Arsenal igualaron 1-1 en el viaducto. El
xeneize dilapidó la chance de quedar a cuatro puntos de los líderes con 12 en
juego. Una utopía inmerecida, pero real. Alemán abrió el marcador para los
locales; igualó Echeverría, firmando la ley del ex.
Cuando Boca perdió contra San Lorenzo en el
Nuevo Gasómetro hace poco más de dos semanas, quedó a ocho unidades de River:
una diferencia que, en ese momento, se avizoraba como inalcanzable. Dos fechas
más tarde, tras una inesperada merma futbolística reflejada en resultados de
River, tuvo la oportunidad de salir al campo de juego y quedar a tan solo
cuatro puntos. No sucedió. La cabeza está en otro lado, de eso no hay dudas.
Con un once sin titulares, Arruabarrena plantó
un equipo con el mismo esquema e indicios similares a los que poseen los titulares.
Esa es su intención: a pesar de los apellidos que figuren en la planilla, desea
el mismo juego, con la misma intención. Presión elevada, protagonismo desde la
posesión y profundidad por los costados. Contra Arsenal hubo algo de eso, pero
faltó lo indispensable: profundidad.
El regreso del Cata Díaz fue una señal
inmejorable de cara al partido del jueves contra River. Falló en algunos envíos
frontales, intentando anticipar, fallando el cálculo y excediéndose en el
adelantamiento. Luego, estuvo firme y preciso. Jugó 45 minutos porque, al
parecer, estará como titular contra River. Otro que parece sumamente afianzado a
pesar de sus escasos 18 años es Cubitas, Cubas. Siempre bien parado.
Siempre una molestia para sus rivales. Es pequeño. Muy pequeño. Pero incomoda,
empuja, mete el pie y termina por quitarle el balón a su contrincante. Con la
pelota, sobrio. Recupera y toca, generalmente para los costados, limpiando la
jugada.
De quien se esperaba más era de Castellani y
ayer demostró lo que puede dar. Estuvo preciso y se transformó en el eje del
equipo. Cambios de frente bien ejecutados, asociaciones en corto y hasta
disparos de media distancia. Fue reemplazado por una molestia en el gemelo. Por
último, el punto más alto del equipo fue Carrizo. Ese jugador que vivió dos
etapas en tres meses: fue el mejor con Bianchi, y mermó con el Vasco. Contra
Arsenal, estuvo imparable, tanto por la banda izquierda como por el centro,
organizando y proponiendo las situaciones en ataque. Le demostró al jefe que
está en óptimas condiciones para jugar contra River, aunque sea entrando desde
el banco.
El partido fue parejo, sin grandes sobresaltos.
El gol del Arse provino de una pelota parada que concluyó en la diestra de
Alemán. Ese zurdo hábil y con gol, que cada partido muestra sus condiciones
para formar parte de un equipo grande en el próximo año. Buena pegada, dúctil y
preciso, se transformó en el eje del equipo de Palermo. Minutos después, un
envío de Grana concluyó en la cabeza de Echeverría. Tras un rebote, agujereó la
red e igualó el tablero. Ley del ex en Sarandí, aunque ya parece broma esa
norma que se cumple regularmente en el fútbol.
Después, Boca generó sus situaciones así como
lo hizo Arsenal. Las más claras fueron para el xeneize. En la última una gran
jugada de Carrizo y un pase inesperado para Suárez (¿se va al Valencia?).
Enganche y remate cruzado con la pierna inhábil. Ante la inminente llegada de
un jugador de Boca, la enviaron al córner y final. Y tren sin abordar. Y una
nueva chance dejada en el camino. Ahora, todas las fichas puestas en el
superclásico, con los once titulares frescos y en condiciones de dar todo para
alcanzar la final.
Boca no pudo romper el invicto de Arsenal.
Siguió de largo el último tren, y Boca fue incapaz de abordarlo porque, claro
está, su destino está situado en otra dirección.
Por Matías Adami @matiadami2.
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