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09 noviembre 2014

Gigliotti gol

Boca venció a Tigre por 2-0 con un doblete de Emmanuel Gigliotti. Fue de menos a más, y terminó el partido con un mediocampo de la cantera del club. Está lejos, pero ganar siempre afianza conceptos.

Después de la goleada sin atenuantes contra Cerro Porteño en Paraguay y un importante recambio, Boca planteó el partido contra Tigre desde el protagonismo y la explosión de las bandas. Marin-Fuenzalida y Erbes-Colazo-Carrizo: sociedades que dieron frutos, pero que concluyeron con envíos despejados por los centrales visitantes.
Hubo tenencia, lenta circulación de pelota y poca dinámica en los últimos metros. La más clara de los 45 iniciales fue un anticipo monumental de Gigliotti para realizar un cabezazo que besó el poste izquierdo de García. Faltó aceleración y sorpresa. Los centros desde los costados fueron muy anunciados y tomaron a la defensa de Tigre preparada para despejar.
El ingreso de Chávez en el segundo tiempo fluctuó el ánimo del partido, y de la gente. Fue el más ovacionado y uno de los más querido por el hincha. Autor de goles importantes, con técnica,  potencia y velocidad, capaz de modificar el trámite de un compromiso sumamente complejo. Incomodó por la izquierda, su hábitat natural, y diagramó ataques rápidos y contundentes. En su primera intervención, fue derribado y ¿penal? Gigliotti se lo apropió, y lo firmó, después de tomar el rebote que dio García bajo los tres postes.
Tigre no propuso dificultades. Orion fue un espectador de lujo. Nuevamente por izquierda y con sus características típicas, se llevó el balón pateándolo hacia el frente, arrasando contra todo obstáculo que se atreviera a cruzarse. Envió el centro raso y defectuoso. Sin embargo, Gigliotti usufructuó la pasividad de Blengio y, con un desvío de por medio, la pelota se acomodó al lado del caño derecho de García. 2-0, y basta para todos.
En el final, el Matador tuvo la oportunidad de descontar para ponerle un condimento de nerviosismo a un partido que no lo precisó: rebotes en el área, salvada monumental de Cubas, y la presencia de Pérez en la línea para evitar el ingreso del balón. Cuando hay ánimo positivo y un equipo está dulce, algunas situaciones se inclinan para el lado propio. Eso sucedió en la Bombonera. En el final, con el ingreso del juvenil Suárez –de buenas condiciones técnicas- y Bravo, terminó formando con Suarez, Cubas, Bravo y Colazo. Un mediocampo de chicos que vivieron y atravesaron las inferiores en el club.
Boca triunfó y lo mereció. Tigre no atacó y eso fue, en parte, responsabilidad de Boca, que estuvo siempre bien parado con la posesión en ataque. No le permitió arrancar a Rincón y cortó los contraataques de raíz. Fue más, mejor, pero le faltó precisión y aceleración en la última etapa de la cancha. Sin embargo, ganó, y sigue afianzando conceptos para llegar al Superclásico de la Copa Sudamericana con una confianza en incremento.
La cabeza está en otro lado pero, también, saben que deben seguir ganando para alcanzar las semifinales de la manera ideal. Boca mejora y, sin Gago, carece de un distribuidor nato. Esta vez, lo solventó por los costados, aunque sin claridad.


Por Matías Adami @matiadami2.

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