Por la fecha 18 del Torneo Transición 2014, River
se reencontró con el triunfo luego de la caída ante el actual puntero, Racing.
Fue un 3 a 2 trabajoso frente al Banfield de Almeyda, a quien se le entregó una
merecida plaqueta por su incansable entrega por esta camiseta.
No fue bueno el primer tiempo de los dirigidos
por Gallardo. El amplio dominio del balón no se correspondió con la cantidad de
situaciones generadas. Apenas un remate de Teo que encontró bien ubicado al
joven Servio –surgido de las inferiores millonarias- fue lo más cerca que se
estuvo de alterar el marcador. Se recuperaba rápido y no se sufría atrás, pero
la lentitud en los metros finales sumada a la falta de movilidad a la hora de
desmarcarse, ahogaban a los laterales y volantes que llegaban con pelota a la
altura del área. El sector elegido para perforar fue, casi siempre, la banda
derecha, donde un inequívoco Mercado complementaba las iniciativas del joven
Solari, quien alteró buenas y malas a lo largo del encuentro. El primer tramo
parecía cerrarse en un cero a cero congruente con el adormecedor desempeño de
ambos equipos, hasta que, luego de un jugadón individual, Bertolo la clavó en
el ángulo izquierdo de Barovero en una soberbia definición.
Panorama negro para River: Racing había ganado
3 a 0 y, con este resultado, se despedía del campeonato. Ante el apuro, el
técnico se la jugó y mandó a la cancha al mejor jugador del semestre, Carlos
Sánchez, y al ídolo Fernando Cavenaghi. Nuevamente, la mano de Gallardo para
los cambios fue determinante en el resultado.
Desde las primeras jugadas del complemento se
vio a un conjunto diferente gracias al despliegue incesante del uruguayo. En
sólo 12 minutos River estaba encima del marcador, producto de un gran remate de
Cavenaghi de media distancia y de un cabezazo del propio Sánchez entrando por
la banda izquierda, fiel reflejo de la versatilidad del 8 mentiroso de la
Banda. Cuando el partido parecía encaminarse hacia un triunfo seguro, el Malevo
Ferreyra –con quien el hincha ya perdió toda la poca paciencia que tenía- se
hizo expulsar y, en el minuto posterior, Solari cometió un penalazo. Barovero
esta vez no se “convirtió en héroe” –aunque sí lo hizo sobre el final con una
serie de espléndidas atajadas- y Banfield empató.
Cuando parecía que el torneo le cerraba sus
puertas, Sánchez recuperó, Solari se reivindicó armando un jugadón y el Torito
llegó a los 101 goles con la camiseta que ama. A partir de allí, una buena
defensa –con Pezzella como abanderado- sacó todo lo que tenía que sacar; en la
única que falló, Trapito hizo lo suyo.
Como análisis final del encuentro, quedó
demostrado lo mucho que cambia cuando ciertos hombres fundamentales saltan a la
cancha. De tener un plantel más largo, Gallardo hubiera podido darle más descanso
a ciertos jugadores y llegar mejor parado al último tramo del campeonato, el
cual parece estar servido en bandeja para los de Avellaneda. Se dé el milagro o
no, nada que reprocharle a este plantel que tiene a sus hinchas ilusionados con
la doble corona hasta última hora; como bien dice el refrán, la esperanza, es
lo último que se pierde…
Por Ignacio Alejandre @nachoalejandre.
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