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07 noviembre 2014

La gran chance

Llegó el momento. Los dos partidos más importantes del año. La llave más esperada en toda Sudamérica. “El Clásico del Mundo”, tal como fue patentado poco tiempo atrás por ambos clubes, se jugará nada más y nada menos que en la semifinal de un torneo continental.
De acá al 20 de noviembre todo pasará a un segundo plano. Fondos buitre, peleas entre candidatos presidenciales, casamientos de la farándula. Será difícil que en algún rincón del país no se toque el tema. Por tercera vez en el mileno, River y Boca se enfrentarán fuera del marco local.
En las dos oportunidades anteriores, la suerte estuvo del lado del conjunto xeneize. En el 2000, dos equipazos se enfrentaron por los cuartos de final de la Libertadores. Tras un 2-1 a favor de River en la ida con goles del colombiano Ángel y Saviola, la vuelta fue remontada con autoridad en un encuentro recordado por el “Topo Gigio” de Riquelme y el retorno de Palermo tras una larga lesión. Más fresco en la memoria, una de las llaves más emocionantes de la historia de la Copa se definió en tanda de penales: el 1 a 0 en la Bombonera se compensó con el gol agónico de Nasuti en el Monumental que selló el 2-1. Es el día de hoy que el penal de Maxi López se recuerda con dolor por parte del hincha de River, mientras que Boca perdió la oportunidad de ir a Japón en el 2004 en manos del sorpresivo Once Caldas colombiano.
Heridas de las más profundas que la pasión futbolera puede dejar, River tiene hoy la gran oportunidad de reivindicarse y sacarse aquella vieja espina: en un semestre de resultados ideales, los 30 partidos invictos lo hacen parecer imbatible. Sin embargo, la contundencia de los primeros encuentros no se vislumbra en los últimos. En la noche de ayer, Estudiantes supo ponerlo contra las cuerdas. El final del primer tiempo y el comienzo del segundo vio a un conjunto platense desencajar al equipo de Gallardo: una serie de clarísimas llegadas consecutivas dieron vuelta el 1-0 impuesto por Teo a los 40 segundos. Las espléndidas tapadas que convirtieron en figura a Barovero –incluido un cabezazo en el área chica del peligrosísimo uruguayo Vera-, demoraron lo máximo posible la remontada que parecía inevitable. A partir de la ventaja de Estudiantes, el partido se transformó en partidazo, jugándose de arco a arco, con llegadas claras para ambos lados. Cuando la llave estaba para cualquiera, nuevamente River hizo uso de un arma mortal de este semestre: el juego aéreo. Tras dos centros magníficos de Pisculichi, Mora y Funes Mori fueron los encargados de sellar el pase a semifinales, dejando sin ánimo a los dirigidos por Pellegrino.

Si hay algo que deja tranquilo al hincha millonario es que en situaciones adversas, el equipo siempre supo encontrarle la vuelta a sus rivales; los resultados, lo avalan. Si Gallardo logra ordenar la última línea -más de una vez queda mal parada frente a la iniciativa constante de ir a buscar el arco rival-, River tiene todo para dar el golpe, vencer a su par boquense y darle el gusto al hincha que viene soñando con una copa internacional, esquiva desde la Recopa de 1997.


Por Ignacio Alejandre @nachoalejandre.

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