El clásico platense se mudo a Mar del Plata y llevó consigo los mismos condimentos que tiene en la ciudad de las diagonales: color en la tribunas, fricción en cada pelota, juego brusco, acciones por demás curiosas y, como pasa últimamente, algún hecho para lamentar.
En la primera llegada del encuentro vinieron las emociones, luego de un remate desde afuera del área de Correa, Rulli dio rebote y cometió penal. Lucas Licht definió suave a un palo y puso la ventaja para la gente de Gimnasia, que en apenas cuatro minutos se encontraba con el gol.
Arriba en el marcador el equipo de Troglio mantuvo la presión con la que se caracterizó en todo el año pasado, pero en las jugadas que tuvo para ampliar la diferencia falló en los metros finales. El primer tiempo terminó con una ventaja justa para Gimnasia.
La segunda etapa comenzó como la primera, tras un corner, Blengio puso la mano y le dio la chance a Guido Carrillo de poner el empate. El juvenil delantero definió calcado al penal de Licht y abría otro horizonte para lo que restaba del segundo tiempo.
Cuando el partido entró en una meseta quienes tomaron el protagonismo fueron o la hinchada de Gimnasia o el Arbitro Carlos Maglio. Luego de que aparecieran banderas de Estudiantes en la popular del Lobo el partido fue suspendido por algunos minutos y hasta Pedro Troglio tuvo que pedir que paren con esa actitud. Minutos después Maglio, cansado de alguna pierna de más por parte de los dos equipos, eliminó la amarilla (juntó a los capitanes y le entregó la tarjeta al cuarto árbitro) y advirtió que la próxima era roja. Damonte no entendió el mensaje y dejó al equipo de Pellegrino con uno menos faltando diez minutos.
Gil Romero tuvo en sus pies la posibilidad de darle el triunfo a Estudiantes pero su remate le acertó al palo y así dejó las cosas a mano hasta el domingo próximo en donde se volverán a ver las caras.
Por Carlos Souto @carlosouto11
Foto: Olé
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