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13 octubre 2013

Fortuna Xeneize

En la Bombonera, Boca y Rosario Central igualaron 1-1 con goles de Emmanuel Gigliotti y Sebastián Abreu. Con este resultado, el equipo de Carlos Bianchi perdió una posibilidad inmejorable de quedar a un punto de Newell’s, el líder.

La fiesta estaba declarada. La victoria en el Superclásico y la celebración por los 195 partidos de Juan Román Riquelme con la camiseta Xeneize en la Bombonera, pronosticaban un clima primaveral. Otro congratulado fue Daniel Díaz, quien recibió una camiseta con el número 100 haciendo referencia a la cantidad de partidos disputados con la casaca Xeneize.

Un amanecer de partido dinámico, con ida y vuelta, pero sin concreción. Tenencia dividida, velocidad en el mediocampo con escasa transición, y dos defensas mal paradas en los instantes en que su rival embestía con aspiraciones de gol. Rosario Central sugería por las bandas, de la mano del desequilibrio de Carrizo en el andarivel de Erbes –quien lo sufrió a lo largo de todo el partido-, y por medio de la tenencia de Encina y Lagos en el mediocampo. Generó algunos tiros de esquina que no pudo conectar y a la hora del regreso, salían a la luz los espacios cedidos por los defensores canallas. Como consecuencia de esta disposición por parte de los visitantes, Boca forjó un contraataque letal construido pura y exclusivamente por Juan Sánchez Miño. Disputó el balón con Encina, triunfó en corpulencia y velocidad, y aceleró. Riquelme arrastró la marca, surgió el hueco para Gigliotti que, al recibir, esbozó la apertura del balón para Martínez pero optó por un remate potente e incisivo para dejar sin chances a Mauricio Caranta. A los 12, Boca comenzaba con el pie derecho.

Ese fue el puntapié inicial. Empezó a manejar el balón, a construir pequeñas sociedades por las bandas, a hacer fluir el esférico por el frente de ataque de derecha a izquierda, con Gigliotti como pívot y Martínez como wing pero sin lograr desequilibrar e incomodar al arquero canalla. Los rosarinos empezaron a generar sus situaciones sin efectividad ni claridad.

En el complemento, a los 15 minutos, Carlos Bianchi decide, una vez más, colocar un mediocampista en lugar de un jugador ofensivo. Contra River fue Riquelme, ésta vez fue Martínez. Ese fue el comienzo del final. En el Monumental no funcionó, ya que el Millonario siguió gestando situaciones de riesgo; y en la Bombonera tampoco, puesto que Central tuvo sus chances y la fortuna dijo presente para rescatar al equipo Xeneize. Gigliotti primero y Sánchez Miño después. Ambos, desperdiciaron un mano a mano. Al “Puma” se lo aguó Caranta mientras que el remate del zurdo mediocampista se fue rozando el poste izquierdo.

A los 30, Diego Ceballos debió detener el partido debido a las personalidades que decidieron interrumpir el desarrollo del encuentro colgándose del alambrado. Boca no venía acarreando un buen juego. Le costaba mucho recuperar el balón y cuando lo lograba, lo perdía rápidamente generando ataques cortos para el rival. El ingreso de Escalante y Bravo en el mediocampo no hizo más que brindarle confianza a la visita. Acumular jugadores en un sector no garantiza mayor efectividad ni mejor rendimiento. El trámite prosiguió de la misma forma. Central dominaba y Boca defendía, sin solidez. Luna y Niell estrellaron dos cabezazos en el poste. Indicio de fortuna, y de que algo no andaba bien en el sistema defensivo Xeneize. En el epílogo del partido, los pelotazos frontales por parte de los visitantes relucieron los inconvenientes en la última línea boquense. Díaz y Pérez se encontraban muy abiertos y permitían el ingreso de los ofensivos canallas. La entrada de Sebastián Abreu generó un dolor de cabeza para el “Cata”. El zaguero de Boca no pudo manejarlo por la vía aérea y el “Loco”, pivoteando y ganando en las alturas, le generó un respiro más al asfixiante ataque canalla. De carambola y tras un envío frontal, Abreu dominó, remató, rebotó en Pablo Ledesma, le quedó una vez más, y de cachetada –con un desvío de por medio- envió el balón al fondo de la red. Tripodi quedó agazapado, incrédulo y abatido.

Después del gol, Boca no tuvo recursos ni modificaciones para ir en busca de la victoria. Restaban ocho minutos y el Virrey optó por quitar del campo de juego a Gigliotti, el jugador más incisivo, dañino y perturbador del ataque Xeneize, para que ingrese Blandi.

El resultado final grafica lo que fue el equipo de Bianchi. Después de la obtención del gol, se replegó en su campo y utilizó la contra. Puso gente en el medio para intentar “recuperar el mediocampo” y no lo logró.

Rosario Central fue mejor y se quedó con un punto. Boca tuvo sus situaciones para cerrar el encuentro y, una vez más, las desperdició. Además, malogró una posibilidad magnífica de quedar a un punto de Newell’s.

¿Dos puntos perdidos? Sí. Pero no es la prioridad. Falta juego y solidez. Hay mucho por mejorar y eso, Bianchi lo sabe…



Por Matías Adami @matiadami2



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