Por Marina Merlo @marimerloo
Lo que antes era un imposible para Central, hoy ya no lo es. Porque hoy conoce a la perfección cuales son sus recursos y se las rebusca permanentemente para lograr el triunfo. Se sabía que el partido con Sarmiento de Junín iba a ser difícil, cerrado y trabado. Central siempre fue más en los 90 minutos pero le faltaba ese plus que hay que tener para llegar al gol.
En los primeros minutos ninguno de los equipos se soltaba, lo que hacía que las imprecisiones fueran muchas. Pero con empuje, el Canalla fue el autor de casi todas las situaciones de gol del primer tiempo: Toledo toco muy suave y la pelota dio en el palo y Encina que quiso picarla pero no pudo. Los locales presentaban un mediocampo muy luchador pero no mucho más. La única chance importante estuvo a cargo de Andrizzi, quien pateó un tiro libre pero fue controlado por Mauricio Caranta.
Durante el segundo tiempo, daba la impresión de que Rosario Central no quería hacerse cargo del partido. Se insinuaba que era el equipo merecedor de la victoria pero le faltaba algo. Y ese algo lo tenía en el banco: Pablo Becker. Russo supo leer el partido y mandó al juvenil a la cancha a los 23 minutos del segundo tiempo, en lugar de Federico Carrizo. Becker fue quien creó la jugada del penal por el costado izquierdo. A Hernán Encina no le tembló el pulso, se hizo cargo y clavó un fuerte remate hacia el lado derecho de Ischuk. Alegría pura. La popular ocupada por Rosario Central era una fiesta.
Porque Rosario Central está intratable. Después de tanta tormenta parece haber llegado la calma.
