Con un rendimiento apático, Boca perdió 2-0 contra River en
el segundo Superclásico del 2014. La Copa BBVA quedó en Nuñez.
Boca sufrió dos bajas sensibles. Agustín Orión y Daniel Díaz
son la base de la columna vertebral que arrastrará el equipo en el Torneo Final 2014. La
presencia del juvenil Joel Rodriguez en la zaga había manifestado buenos
indicios en la etapa final del primer enfrentamiento y a eso, se adicionaron
los elogios de Carlos Bianchi. Lo cierto es que su primer fallo fue el origen
del gol de River. Un anticipo a destiempo, sin el ímpetu necesario como para,
aunque sea, hacer tambalear a Teófilo Gutierrez y evitar su aproximación a zona
de peligro.
No solo fueron bajas por los errores individuales de sus
sustitutos. Emanuel Tripodi tuvo un partido de gran nivel. Demostró estar a la
altura al menos, en un importante amistoso. Evitó situaciones claras, manotazos
complejos y se lo observó seguro, a pesar de algunos errores con los pies.
El orden que brinda Daniel Díaz en la última línea es lo que
se ausentó a lo largo de los 90 minutos. Un hombre que indica dónde colocarse a
la hora de atacar, cómo manejar el balón en la última línea, pensar el momento
oportuno del anticipo y, por sobre todas las cosas, el respeto que se emana con
su experiencia y picardía. Por este motivo, más que por fallas individuales de
sus reemplazantes, se notó la ausencia de los baluartes Xeneizes a nivel
colectivo.
Poco de Fernando Gago y Juan Sánchez Miño. Juan Manuel
Martínez fue reemplazado como consecuencia del cansancio, según el Virrey.
Pablo Ledesma y su entrega en el mediocampo y Emmanuel Gigliotti, al que se le
presentó un anticipo aéreo que concluyó en las manos de Marcelo Barovero. Sin
duda, la revelación azul y oro del verano fue la participación de Luciano
Acosta. Pequeño, hábil y rebasado en picardía. Atrevido y encarador, de esos
que surgen de vez en cuando.
La presión fue despareja, las divididas quedaron en los pies
de los rivales, las individualidades estuvieron en un bajo nivel y la endeblez
del sistema defensivo fueron algunos de los motivos por los cuales Boca sufrió
una categórica derrota. Las principales complicaciones fueron las desatenciones
defensivas y la sencilla pérdida del balón. La tenencia en campo rival era una
ocasión de gol para River. Las imprecisiones de los medios Xeneizes y la
sofocante presión del Millonario generaban contraataques con tierras desérticas
para ocupar por Manuel Lanzini, de buen partido, y Juan Carlos Menseguez.
De este modo arribó el segundo gol. Pérdida, buen manejo de
balón, los marcadores llegando a destiempo y la resolución de Lanzini para
dejar cara a cara a Menseguez. Eso, sumado a la siesta que durmió Hernán Grana
que le permitió al Rayo definir con parsimonia.
Fue 2-0 pero, a pesar de ser un Superclásico y tener la
mente colocada en la victoria, se debe analizar el rendimiento, y qué se vio a
nivel futbolístico en el equipo de Carlos Bianchi. Esa media hora inicial del
primer pleito en Mar del Plata fue la cara opuesta de lo que brindó en este
cotejo. Deberá mejorar, aumentar en confianza y aguardar por la llegada de Juan
Román Riquelme que le brindará un mejor manejo del esférico y permitirá menos
pérdidas en zonas ofensivas. El regreso del Cata reordenará la última línea, la
colocará en el lugar correspondiente y, tal vez, vuelva a brindar seguridad. A
su lado, la mano derecha del cacique, Juan Forlín, ha demostrado que su nivel
es propicio para vestir los colores Xeneizes.
Por Matías Adami @matiadami2.
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