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26 enero 2014

Descolorido Boca

Con un rendimiento apático, Boca perdió 2-0 contra River en el segundo Superclásico del 2014. La Copa BBVA quedó en Nuñez.

Boca sufrió dos bajas sensibles. Agustín Orión y Daniel Díaz son la base de la columna vertebral que arrastrará  el equipo en el Torneo Final 2014. La presencia del juvenil Joel Rodriguez en la zaga había manifestado buenos indicios en la etapa final del primer enfrentamiento y a eso, se adicionaron los elogios de Carlos Bianchi. Lo cierto es que su primer fallo fue el origen del gol de River. Un anticipo a destiempo, sin el ímpetu necesario como para, aunque sea, hacer tambalear a Teófilo Gutierrez y evitar su aproximación a zona de peligro.

No solo fueron bajas por los errores individuales de sus sustitutos. Emanuel Tripodi tuvo un partido de gran nivel. Demostró estar a la altura al menos, en un importante amistoso. Evitó situaciones claras, manotazos complejos y se lo observó seguro, a pesar de algunos errores con los pies.

El orden que brinda Daniel Díaz en la última línea es lo que se ausentó a lo largo de los 90 minutos. Un hombre que indica dónde colocarse a la hora de atacar, cómo manejar el balón en la última línea, pensar el momento oportuno del anticipo y, por sobre todas las cosas, el respeto que se emana con su experiencia y picardía. Por este motivo, más que por fallas individuales de sus reemplazantes, se notó la ausencia de los baluartes Xeneizes a nivel colectivo.

Poco de Fernando Gago y Juan Sánchez Miño. Juan Manuel Martínez fue reemplazado como consecuencia del cansancio, según el Virrey. Pablo Ledesma y su entrega en el mediocampo y Emmanuel Gigliotti, al que se le presentó un anticipo aéreo que concluyó en las manos de Marcelo Barovero. Sin duda, la revelación azul y oro del verano fue la participación de Luciano Acosta. Pequeño, hábil y rebasado en picardía. Atrevido y encarador, de esos que surgen de vez en cuando.

La presión fue despareja, las divididas quedaron en los pies de los rivales, las individualidades estuvieron en un bajo nivel y la endeblez del sistema defensivo fueron algunos de los motivos por los cuales Boca sufrió una categórica derrota. Las principales complicaciones fueron las desatenciones defensivas y la sencilla pérdida del balón. La tenencia en campo rival era una ocasión de gol para River. Las imprecisiones de los medios Xeneizes y la sofocante presión del Millonario generaban contraataques con tierras desérticas para ocupar por Manuel Lanzini, de buen partido, y Juan Carlos Menseguez.

De este modo arribó el segundo gol. Pérdida, buen manejo de balón, los marcadores llegando a destiempo y la resolución de Lanzini para dejar cara a cara a Menseguez. Eso, sumado a la siesta que durmió Hernán Grana que le permitió al Rayo definir con parsimonia.

Fue 2-0 pero, a pesar de ser un Superclásico y tener la mente colocada en la victoria, se debe analizar el rendimiento, y qué se vio a nivel futbolístico en el equipo de Carlos Bianchi. Esa media hora inicial del primer pleito en Mar del Plata fue la cara opuesta de lo que brindó en este cotejo. Deberá mejorar, aumentar en confianza y aguardar por la llegada de Juan Román Riquelme que le brindará un mejor manejo del esférico y permitirá menos pérdidas en zonas ofensivas. El regreso del Cata reordenará la última línea, la colocará en el lugar correspondiente y, tal vez, vuelva a brindar seguridad. A su lado, la mano derecha del cacique, Juan Forlín, ha demostrado que su nivel es propicio para vestir los colores Xeneizes.

El 0-2 es anecdótico. River fue más, golpeó cuando se le presentó la oportunidad, se lo notó más atento y enfático. Boca durmió, cometió errores a nivel individual y colectivo y, cuando pudo marcar, chocó con Barovero, de rendimiento superlativo. El resultado fue justo pero, ¿es lo más importante? Bianchi tendrá más de 14 días para continuar puliendo el andamiaje de un equipo que, en el 2014, debe coronarse campeón. 


Por Matías Adami @matiadami2.

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